EL MAL: EL PECADO
«Si Dios creó sombras es para destacar mejor la luz» San Juan XXIII
El mal no es un lugar, es una condición. Es la ausencia de Dios, el alejamiento de Dios. El mal es una realidad que forma parte de la vida. Hay vida porque hay muerte, hay bien porque hay mal. Hay luz porque hay oscuridad. Existe el mal, y este actúa cuando nos alejamos de Dios. El mal y el infierno son una vivencia existencial real, una experiencia existencial física y real. El infierno y el mal es la consecuencia del pecado.
¿Qué es el pecado? Él pecado forma parte de la vida y es inherente a nuestra condición humana y a nuestra limitación a la hora de amar. Es cualquier acto voluntario de palabra, obra u omisión que va contra Dios, y en consecuencia contra el hombre. ¿Cuándo existe el pecado? Cuando nuestro actos tienen como consecuencia la creación de una dinámica de injusticia y dolor; cuando nuestros actos desatan una onda expansiva de sufrimiento en uno mismo y/o en los demás. Todo acto tiene una consecuencia, y por tanto, todo acto que va contra Dios, contra las leyes y normas de la Iglesia o contra el hombre es pecado. Todo acto que genera una dinámica de sufrimiento y dolor propio o ajeno es pecado. Supone una ruptura de la relación entre Dios y el individuo, la ruptura de la comunión con Dios, la ruptura entre Vida y VIDA ETERNA, lo cual solamente puede ser corregido a través del sacramento de la confesión y del perdón por parte de Dios.
“ El mal no es más que la corrupción o pérdida de las características que constituyen a todo ser. Es el daño que sufren las criaturas en virtud de su vulnerabilidad “ San Agustín de Hipona
