La vida eterna

LA VIDA ETERNA, LA VIDA EN DIOS

 En la sociedad moderna, básicamente sólo existen dos modos de vivir y entender la vida. Sólo existen dos principios o realidades. Tal vez dos paradigmas. La de aquellos que viven LA VIDA y su existencia ignorando a Dios, o al margen de Dios, y la de aquellos que viven la vida participando de la VIDA ETERNA de Dios. Los primeros pasan por la vida sin conocer o experimentar la trascendencia, los segundos, en cambio, viven una vida abierta a Dios y a la trascendencia. Para aquellos que viven la vida al margen de Dios, la muerte representa el final, el paso hacia la nada. Para los demás en cambio, la muerte es la puerta a la plenitud de la Vida Eterna en Dios. Se trata de dos niveles existenciales paralelos que sólo confluyen para el creyente, porque sólo se puede vivir una vida plena,  cuando uno es capaz de participar de la Vida Eterna, y eso sólo es posible cuando la vida está fundamentada en Dios Padre.

La Vida Eterna, no es una realidad que comienza después de la muerte. No es un añadido, no es un después, ni se trata de un futurible. Al contrario, la Vida Eterna es un AQUÍ Y AHORA para el creyente; es una realidad que aquí y ahora el creyente puede vivir y experimentar en su historia personal, gracias a la fe en la Resurrección de Jesús  y al sacramento de la Eucaristía.

Las experiencias de Dios y de Resurrección que experimenta el creyente en su camino por la vida, así como las diferentes dimensiones de la trascendencia dentro de la historia, como son: La familia, los amigos, el fruto del trabajo, las creencias y valores, los retos y dificultades, o los éxitos personales y colectivos, todos ellos, son elementos que constituyen dimensiones y momentos de la Vida Eterna en la historia humana. Estas manifestaciones constituyen lo que el individuo deja en este mundo cuando muere, y son manifestaciones de Dios dentro de la Historia Humana.

Para los no creyentes, sólo hay una vida. La vida empieza y termina en sí misma. Para los cristianos, en cambio por el bautismo somos miembros de una Comunidad de fe, la Iglesia, y estamos llamados a participar de la Vida Eterna, la Vida en Dios. La Vida en Dios, consiste en experimentar su Amor, gracias a la fe en la Resurrección y gracias a la Eucaristía. Participar de la Vida Eterna, es formar parte del Amor Absoluto de Dios, que continúa alimentando y dando sentido a las vidas de hombres y mujeres, de generación en generación.

La Vida Eterna, es vida en comunión con Dios. La muerte, es la puerta a la plenitud de la Vida en Dios, y con aquellos seres queridos que han muerto,  y que ya viven en Dios, dado que ya forman parte de la realidad divina. Se trata de un proceso de divinización del ser humano.

No hay duda que algo dentro de nosotros se resiste a aceptar el absurdo de que existimos por nada y para nada. Es una convicción profunda que forma parte del ser humano desde que existe como tal. La mayoría de la Humanidad se mantiene dentro de las grandes corrientes religiosas que aceptan la existencia de otra vida. Desde hace milenios los hombres de todas las culturas han confiado en que los muertos sobreviven de alguna forma. Todas las religiones han enseñado que Dios nos ha creado, que debemos querernos, y que después de la muerte disfrutaremos de una mayor proximidad con Dios en otra vida. La novedad del Cristianismo, es que por el bautismo y la resurrección de Cristo esta Vida Eterna del más allá puede ser vivida y experimentada aquí y ahora, a través del sacramento de la Eucaristía y de las experiencias de Resurrección que el ser humano experimenta en su vida personal, la cual se convierte en una historia de salvación y de santificación.

La pregunta por el más allá, por tanto, nos ayuda a entender y a vivir con plenitud el sentido del aquí  y ahora. No podemos eliminar la pregunta por el más allá. Se trata de una pregunta necesaria y legítima que la sociedad actual omite, pero que forma parte de la Historia de la Humanidad. En la Era Digital, continúa siendo una pregunta esencial. Para entender el aquí y ahora, debemos intentar responder a la pregunta por el más allá. Este es el sentido de este proyecto.