El yo digital

Las redes sociales han transformado el modo en el que construimos y proyectamos nuestra identidad  ante nosotros mismos y ante los demás. Las redes sociales, también han transformado la manera como vivimos la muerte y despedimos a nuestros seres queridos que han fallecido. VIDA ETERNA describe y profundiza en las formas de expresión identitaria de la fe que se manifiestan a través de una plataforma digital, concretamente a través de una red social en el momento de la muerte. La multidimensionalidad de la fe y sus diferentes formas de expresión, la necesidad de validación externa, el interés por las narrativas de lo cotidiano y la exploración personal a través de la expresión escrita  son algunos de los rasgos que caracterizan el YO DIGITAL del creyente. Ello es así puesto que el momento de la muerte, es el gran momento de la pregunta por el más allá, y donde se define el ser o no ser del cristiano.

La pedagogía de la muerte intenta acompañar o preparar el morir no sólo como un fin de la vida de los cuerpos, sino también como un despedir. La pedagogía de la fe nos enseña además,  y nos induce, a rezar y hacer presente a nuestros seres queridos en el más allá. Porque la creencia en un más allá en consustancial con la fe en la Resurrección.

 A través de las redes sociales, se plantea la realidad digital como una conexión entre lo público, lo privado, el mundo real y el virtual, la razón y la fe, así como con lo íntimo, para realizar un recorrido a través de las nociones de fe, intimidad, privacidad, autenticidad, solidaridad y compromiso, contactos y amistad. En definitiva: Identidad digital,  personalidad y fe. La subjetividad y la tecnicidad contemporánea ofrecen grandes posibilidades de expansión subjetiva individual y colectiva, así como nuevas formas de vivencia y expresión cultural de la fe y del duelo en el momento de la muerte.

El MEMORIAL VIDA ETERNA  presenta el relato digital personal de la persona que ha fallecido como una herramienta con la que la persona que ha sufrido la pérdida de un ser querido reflexiona sobre la identidad personal (Yo) del ser fallecido, y comparte la misma con familiares y amigos. Este proceso de auto-reflexión se articula en torno a dos momentos, a saber: el de construcción del relato por parte de la persona que ha sufrido la pérdida de un ser querido, y el de recepción del mismo por parte del entorno de familiares y amigos, a nivel individual y colectivo que ofrecen su apoyo en ese difícil momento.

El proceso de creación del relato supone la estructuración del Yo en torno a una identidad narrativa, se señala que la recepción del relato digital ajeno supone una experiencia que permite a la persona sea creyente o no reestructurar sus esquemas mentales y vivir emociones de manera vicaria, ayudarse a vivir el duelo por la muerte de un ser querido, y  descubrir o redescubrir la fe. Pero sobretodo, cuestionarse por el más allá.

El duelo puede caber en un tuit, en un mensaje, en unas palabras, en una ofrenda digital ofrecida a un ser querido fallecido y a sus familiares y amigos. Nuestro yo digital publica un llanto para que se recuerde al difunto. Solo de esta manera a través de la fe la cultura del duelo se convierte en un bálsamo para superar la intemperie moral de los tiempos modernos que vivimos. Cualquier palabra, acto de compasión con el dolor en el momento de la muerte puede ser considerado  un acto de fe en el más allá. Internet posibilita y permite la búsqueda y la vivencia del poder de lo inmaterial, la vivencia entorno a la fe en el más allá, la expresión de la fe en Dios y en una VIDA ETERNA.

VIDA ETERNA es la expresión en el siglo XXI de la solidaridad frente al dolor por la pérdida de un ser querido, de la solidaridad frente al aislamiento, el individualismo y la vivencia del dolor en soledad. Los cristianos sí sabemos a quién encomendar a nuestros muertos, porque tenemos un Padre que los acoge, y nos acoge. Es la grandeza, la fuerza moral y la gran suerte de la fe.

La tragedia moderna se sustenta en dolores intermitentes, lutos cortitos, frente a ello, la fe en la resurrección se sustenta en la vivencia de la eternidad del alma del difunto. Estamos llamados a la felicidad en esta tierra pero también estamos llamados a vivir la eternidad. Los creyentes y no creyentes estamos llamados a compartir y hacer presente la eternidad de esos seres queridos con nuestro recuerdo y nuestras oraciones, también con nuestras ofrendas.

El dolor compartido es menos dolor. La fe compartida multiplica. Crear el relato digital de un ser querido que ha fallecido por parte de sus familiares y amigos contribuye a vencer los límites del tiempo y del espacio que representa la muerte, para hacer presente y recordar aquí y ahora, tal vez en cualquier momento o para siempre ese ser querido que nos ha dejado. Vivir el duelo en la privacidad pero también en compañía de todos cuantos ha querido o han querido al difunto. Este es el sentido de este memorial.

La muerte es la gran certeza silenciada por nuestra sociedad. Pero es el momento vital en la vida en el cual surge la pregunta por el más allá, por la eternidad.  Nuestro yo digital publica un llanto en torno al obituario del día para que se recuerde al difunto y pueda permanecer en la inmortalidad de internet. Es difícil morir sin religión, pero aún más velar sin ella.

Realmente estamos dando un “me gusta “ a una muerte de un ser. Sí, sí, me gusta. Like, like like.  “ La vida no es como debería ser, la vida es como es “ decía Krishnamurti. Nadie nos dijo que algún día necesitaríamos nuevos rituales para despedir nuestros seres queridos para protegernos del vacío. Para no caer en esa necesidad de rellenarlo todo. De sostener el miedo que produce el silencio humano. El dolor al sentir que alguien que amábamos se ha ido.

El metaverso y la realidad virtual pretende crear un mundo virtual alternativo donde la vidas se desarrollen sin limitaciones, también la fe. Donde el duelo virtual es una oportunidad para vivir y experimentar la fe en la Resurrección. Una oportunidad para encontrar la fe desde la pregunta por el más allá. Contra el borrado digital en los ámbitos públicos y privado, contra el  olvido, el aislamiento y la soledad,  VIDA ETERNA ofrece la vivencia de la fe en la eternidad de quien hemos y nos ha amado. Este es el sentido de la vida cristiana y de la fe en la Resurrección.